RESEÑA DE ARICA EN FILMUPHORIA: “UN NEGOCIO SUCIO **** “
“La agricultura, hospitales y hogares crean todos desechos tóxicos, por no nombrar a las industrias en general. ¿Pero cómo podemos desechar de forma segura estos contaminantes y prevenir que terminen en el suelo, el suministro de agua – o incluso en el aire que respiramos?
En 1984 el conglomerado minero sueco Boliden empezó a enviar sus restos tóxicos a Chile. La gigantesca fundición en Skellefteå originó arsénico, plomo y mercurio,y todo esto fue vertido en la ciudad norteña chilena de Arica. Miles de habitantes locales, particularmente niños, llegaron a sufrir de cáncer, males congénitos y cuadros neurológicos sin estar conscientes del peligro.
Este nuevo documental de William Johansson Kalén y Lars Edman que se muestra en la edición de este año de IDFA (el festival de documentales más grande del mundo) tiene como objetivo crear consciencia del escándalo con la esperanza que los gobiernos tomen nota. Edman (nacido en Chile pero adoptado a los pocos meses por una pareja sueca) y su co-director habían previamente colaborado en el estudio del caso Toxic Playground (2009), el que formó la base para su largometraje y contaba con la presencia de un tal Rolf Svedberg, un antiguo gerente de Boliden que había trabajado en el proyecto, y aparecería de nuevo en Arica, la segunda edición que relata el caso en la corte iniciado contra Boliden por los sobrevivientes chilenos, el que empezó en el otoño de 2017 en Hovrätten, Rönnskär cerca del sitio de Boliden.
La defensa principal de los abogados de Boliden fue culpar de todo a la empresa chilena Promel, que supuestamente iba a disponer de los desechos tóxicos y se le pagó casi un millón de libras esterlinas para hacerlo. Pero los barros tóxicos se vertieron en su mayoría en lo que es conocido como el “Sitio F”, a un par de cientos de metros de Sica Sica, donde vivían la mayoría de los 796 habitantes afectados con sus hijos quienes construían castillos de arena en el sitio.
Al principio no se construyó ninguna barrera para protegerles del peligro biológico – aunque eso llegó mucho más tarde. Uno de los testigos de los demandantes chilenos fue el profesor universitario Jonas Ebbesson, un especialista en derecho medioambiental. Él acusó a Boliden de negligencia, y explicó por qué las víctimas chilenas estaban pidiendo una compensación de 10 millones de euros. Como se revelara, esto era la mitad de la suma que Boliden había gastado en abogados de defensa y expertos. Los abogados de Boliden lucharon duro – y exitosamente – para que se aplicara la ley sueca, por contar con un período de prescripción más corto.
Otro argumento de los expertos culpaba un alto consumo de pescado y agua potable por el brote de la epidemia. La mayoría de los chilenos locales eran demasiado pobres para poder comprar pescado – de acuerdo a sus testigos que siguieron el juicio por videoconferencia – pero este hecho notorio no fue capaz de influenciar el resultado final del caso. Boliden, que ahora entierra sus desechos a 300 metros bajo el mar, trajo a un testigo clave al podio en la forma de Rolf Svedberg, luego de haber llamado a un sociólogo experto de parte de los demandantes un ”principiante entusiasta”.
Svedberg, quien apareció en Toxic Playground queriendo compensar a los sobrevivientes (sin asumir ninguna responsabilidad), de pronto cambia de opinión. Se contradice a sí mismo, incluso cuando se le muestra la película, e insiste que “era un riesgo, difícil de predecir”. Él también asegura que las casas más cercanas estaban tan lejos que no las podía ver; y cuestiona la identidad de los niños jugando en los cerros de desperdicios: “Yo veo que son adultos jóvenes”. Es tal vez sintomático que Boliden no llama a los desperdicios por su verdadero nombre, sino que “valor negativo”, insistiendo una y otra vez que ”Boliden no podría haber predicho la catástrofe”, refiriéndose a un ”prejuicio de retrospectiva” como defensa. El veredicto del 8.3.2018 fue una victoria total para Boliden. La Corte de Apelaciones en 27.2.2019 no vio la razón de cambiar el veredicto. Los abogados de Boliden ahora están demandando que las víctimas de Arica asuman personalmente el pago de los costos legales del juicio – unos meros 4,8 millones de dólares.
Mientras tanto Jocelyn, quien tenía diez años de edad durante la primera filmación, es ahora madre de tres niños, el mayor de nombre Lars-William. William Kalén, el camarógrafo, se le ve filmando a a Lars, Jocelyn y los niños jugando. Un adiós un tanto callado a un negocio sucio.”
Por André Simonoviesz
Esta reseña fue publicada en: http://filmuforia.co.uk/arica-2020-idfa-2020/ 24/11/2020.